sábado, 20 de julio de 2013

Ley educativa 070, una aplicación sin consenso

Este año los educadores sentimos con mayor ímpetu la determinación del gobierno de implementar la nueva ley de educación "Avelino Siñani y Elizardo Pérez" Nº 070 promulgada en diciembre de 2010.

Lastimosamente dicha ley fue impuesta y ahora su aplicación es forzada, pues los fundamentos filosóficos que la constituyen nunca fueron debatidos, perdiéndose el empoderamiento necesario para su implementación por los docentes. Si en algún momento la aplicación partía de un método ordenado y coherente respecto de los fines propuestos, se perdió quien sabe donde.

Muchas voces observaron con preocupación varios aspectos de la ley, pero nunca se realizaron debates ni hubo la predisposición desde el gobierno para escuchar a los distintos actores del sistema educativo ni sus necesidades. La famosa ley, nunca nació de una participación democrática ni de un método de análisis fiable. Fue el producto de la ideología. La imposición de una visión, la creación de un grupo, que pretende implantarse como la única posible frente a otra, la colonial u occidental, que se tildó de impuesta. Nada colonizador debía desviar del camino la redención del pueblo desde el plano educativo. Pero nunca se preguntó a los educadores qué problemas observan en el aula, qué ideología profesan, qué visión social tienen, evidentemente, porque en realidad jamás les importó. Saben lo que quieren y eso es suficiente. Por eso no nos hemos sentido identificados con ella como educadores.


En una época creímos que fuera de los absurdos neoliberales, nuestra oposición a las importaciones significaba determinar los problemas del niño boliviano, su psicología, su medio social, sus oportunidades, etc. para encarar acciones necesarias en el medio local. Queríamos que las autoridades dejaran esa visión educativa mecánica, aplicadora de recetas, que intuía Franz Tamayo. Ahora miramos cómo se derrumba toda aspiración en este sentido al tener que implementar una nueva receta.

Desde mi punto de vista dicha ley es un producto monocultural, monopólico, destinado a adoctrinar al niño boliviano. Todo lo foráneo aparece hoy en Bolivia como occidental. Curiosamente todas las propuestas curriculares hasta ahora presentadas se basan en modelos occidentales.