Estos días estoy un poco más holgado de tiempo y tengo para pensar en las circunstancias que rodean el quehacer formativo en mi papel como educador de jóvenes. Y pensaba hace un momento en la rebeldía. Ciertamente hay quienes dicen que la rebeldía juvenil es positiva pues saca del quietismo la anquilosada maquinaria social. Puede que sea cierto pero no está bien meter a todo mundo a la bolsa, vale decir, a todos los rebeldes.
La rebeldía de los últimos siglos (desde la Revolución Francesa) se ha enmarcado casi exclusivamente en los diferetes movimientos de izquierda. En las diferentes "generaciones de izquierda" si seguimos la clasificación de Gustavo Bueno. ¿Serán los jóvenes rebeldes de ahora la promesa de la futura izquierda?
No creo. Afirmar eso sería, precisamente, meter a todos los rebeldes en una misma bolsa.
Dos relaciones que nos ayudan a clasificar a los jóvenes rebeldes son la oposición racionalidad-irracionalidad, particularismo-universalismo. Si polarizamos en dos grupos contrapuestos, que evidentemente no son los únicos, hay rebeldes que luchan contra las contradicciones del sistema porque buscan la verdad en términos clásicos de necesidad y universalidad, y rebeldes irracionales que luchan contra el mismo sistema por una necesidad particular de no ajustarse a ninguna disciplina.
Los racionalistas universalistas son pocos. Pero ya sería interesante que hubiesen muchos racionalistas aunque no universalistas, pues esta condición es lógicamente posterior al racionalismo, y siempre es reconducible. Es decir que se llega al socialismo después de una búsqueda racional. Son más sin embargo los rebeldes particularistas y los irracionalistas que desde ya generalmente unen en sus personas estas dos cualidades.
En este punto entiendo lo que quería decir Adorno cuando señalaba respecto de la tradición que "es preciso tenerla dentro de uno mismo para poder odiarla" (Minima Moralia, 32). Así, para oponerse al "sistema" es preciso haber vivido su rigor. ¿Cómo un jóven barbaro que no conoce la disciplina puede odiarla si nunca ha gozado de sus beneficios y por lo tanto no ha podido hallar sus contradicciones?
Ese jóven barbaro irracional, en un momento de su vida adulta gozará de las ventajas de la tradición y si ha tenido un paso por las corrientes anticonservadoras éste será breve. Es decir que el rebelde, antaño irracional será el conservador racional que el sistema hegemónico pide.
¿Vale la pena seguir pensando la rebeldía como un monolito?, es decir, ¿una sola cosa?
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