jueves, 19 de junio de 2014

La fuente de inspiración de "El Pozo" de Augusto Céspedes

Uno de los cuentos más reconocidos de la literatura boliviana es “El pozo”, de Augusto Céspedes. Muchas de las personas que me declararon su gusto por este cuento, manifestaron que creían que la intención, y fuente de inspiración del autor, era simplemente expresar, a través de una metáfora, la experiencia misma de la Guerra del Chaco. Guerra desconocida para la mayoría de los latinoamericanos, con excepción de paraguayos y bolivianos que estuvieron involucrados en el conflicto. Céspedes mismo participó de la guerra y sólo años después de escrito el cuento manifestó cual era la fuente de inspiración de ese magnífico cuento.

Transcribo la revelación de Céspedes.

“El señor Knudson me dice en su carta que hay una referencia en una crónica que trata de un pozo en el Chaco y que tendría gran interés en razón de que podía haberme inspirado "su cuento famoso, "El Pozo" de "Sangre de Mestizos". No encuentro esa referencia, pero en cambió descubro ahora que esta crónica sobre los "soldados mineros en el subsuelo de Nanawa" fue la que sembró en mi subconsciente el relato de "El Pozo". La galería abierta horizontalmente no hice más que colocarla verticalmente, después de recoger en mi ser la experiencia de aquel trabajo de gnomos.” (Céspedes, Augusto. Crónicas Heroicas de una Guerra Estúpida, Editorial “Juventud”, La Paz, 1975, p. 65)


Así, la creación del cuento “El Pozo” se basó en una crónica periodística de Céspedes del 13 de julio de 1932, elaborada como corresponsal. Luego el “Chueco”, como le decían los amigos, iría en calidad de soldado, tal como se lo ve en la foto que aquí les presentamos. La crónica introducía al lector a las proezas que se hacían en época de guerra. En este caso, el trabajo de mineros que se habían enlistado como soldados, y cuya “intuición” y fuerza, fue empleada para cavar un túnel estratégico que debía servir al ejército boliviano para sorprender al enemigo, pero que constituyó una empresa inútil, como muchas de las que se hicieron.

Lea "El Pozo" de Augusto Céspedes


sábado, 17 de mayo de 2014

¿Son realmente de izquierda las religiones, grupos y minorías?

Los últimos años somos testigos de un fenómeno realmente impresionante. Todo defensor de fundamentalismos o minorías, sean estas religiosas, culturales, etc., o simples preferencias de grupo, puede asumir como bandera la autodenominación de persona de izquierda. Y, más curioso aún, como por reflejo se unen frente al enemigo común, asumen una identidad común. Ese enemigo que es, para las izquierdas desde hace por lo menos un siglo y medio, el imperialismo capitalista. Así, puede ser de izquierda un fanático musulmán, un separatista, un indigenista o cualquier otro defensor de un determinado grupo que ha escogido una cualidad común no inscrita en el ámbito hegemónico.

La izquierda, lo vuelvo a mencionar, desde sus orígenes ha compartido dos características, que precisa bien el filósofo Gustavo Bueno: racionalismo y universalismo (o racionalismo universalista). Características que, si bien están lejos de definir el término, lo matizan y pueden ayudar de manera instrumental y clasificadora a situar sus límites. Con racionalismo se quiere señalar la voluntad y capacidad de levantar teorías a partir de un esfuerzo de comprensión de la realidad (material) que nos envuelve. Y con universalismo establecerla desde un principio: que el valor de todos los humanos es el mismo. Por lo que no aspira a establecer la diferencia, sino a estructurar el destino a partir de lo que nos une (necesidades, libertad, aspiraciones, etc.).

Los fundamentalismos que hoy en día autoproclaman ser izquierda, tienen criterios diversos. No son universalistas porque erigen la diferencia, y a veces de forma sañuda, respecto de otros. Y suelen no ser racionalistas porque su doctrina se basa, en muchos casos, en doctrinas religiosas, inspiración divina, mitos y leyendas, es decir, en criterios fuera de la consideración racional, pues se esgrime una idea tan diversa de lógica y de racionalidad que pretenden elevarse a un nivel de iluminación que supuestamente los lleva a dimensiones supranaturales o supraracionales. Y en otros casos por una clara intención de algunos resentidos con la civilización occidental, generalmente descendientes genética o culturalmente de occidentales, que han revivido prácticas ancestrales tan olvidadas como convenientes, como señal manifiesta de la autenticidad de grupos culturales evidentemente disgregados, para movilizarlos; despertando virulentos afanes nacionalistas y secesionistas.

Curiosamente, la práctica política de estos grupos evidencia un criterio común de lógica y racionalidad, dejando en el papel y no en la práctica, las creencias que defienden. Ese utilitarismo barato simplemente evidencia que el saber religioso o ancestral es el trampolín de estos grupos y principalmente de sus líderes a esferas de poder desde donde los recién llegados maquillan el discurso de la bondad divina o de una especie de sentido de bienestar que supuestamente se practicaba desde tiempos remotos.
La racionalidad de la izquierda busca comprender las contradicciones de un sistema que evidentemente ha sojuzgado a pueblos, grupos y religiones. Pero no busca comprenderlas para mantener luego a esos grupos dominados bajo un sistema de creencias caprichoso y reñido con la libertad. La libertad de pensamiento no implica que, en aras de una creencia, se lapide a personas (como señalan parcialmente algunas religiones) u obligue a otros a creer, por ejemplo, que la “madre tierra” se “enoja” o “resiente” cuando sus “hijos e hijas” se portan mal (como muchos indigenismos). Erigir el equilibrio político sobre creencias particulares solo puede tener éxito temporal. Una persona de izquierda supone que la cabeza de Marx, Mariátegui o cualquier otro personaje y ser humano en general comparten cualidades intelectuales que les hacen capaces de entender más allá de la cultura particular, aquellas contradicciones y les hacer ser capaces de luchar por ámbitos de libertad comunes.

Me pregunto si muchos de los grupos que se autodenominan de izquierda lo son o simplemente tienen un enemigo circunstancial.

sábado, 20 de julio de 2013

Ley educativa 070, una aplicación sin consenso

Este año los educadores sentimos con mayor ímpetu la determinación del gobierno de implementar la nueva ley de educación "Avelino Siñani y Elizardo Pérez" Nº 070 promulgada en diciembre de 2010.

Lastimosamente dicha ley fue impuesta y ahora su aplicación es forzada, pues los fundamentos filosóficos que la constituyen nunca fueron debatidos, perdiéndose el empoderamiento necesario para su implementación por los docentes. Si en algún momento la aplicación partía de un método ordenado y coherente respecto de los fines propuestos, se perdió quien sabe donde.

Muchas voces observaron con preocupación varios aspectos de la ley, pero nunca se realizaron debates ni hubo la predisposición desde el gobierno para escuchar a los distintos actores del sistema educativo ni sus necesidades. La famosa ley, nunca nació de una participación democrática ni de un método de análisis fiable. Fue el producto de la ideología. La imposición de una visión, la creación de un grupo, que pretende implantarse como la única posible frente a otra, la colonial u occidental, que se tildó de impuesta. Nada colonizador debía desviar del camino la redención del pueblo desde el plano educativo. Pero nunca se preguntó a los educadores qué problemas observan en el aula, qué ideología profesan, qué visión social tienen, evidentemente, porque en realidad jamás les importó. Saben lo que quieren y eso es suficiente. Por eso no nos hemos sentido identificados con ella como educadores.


En una época creímos que fuera de los absurdos neoliberales, nuestra oposición a las importaciones significaba determinar los problemas del niño boliviano, su psicología, su medio social, sus oportunidades, etc. para encarar acciones necesarias en el medio local. Queríamos que las autoridades dejaran esa visión educativa mecánica, aplicadora de recetas, que intuía Franz Tamayo. Ahora miramos cómo se derrumba toda aspiración en este sentido al tener que implementar una nueva receta.

Desde mi punto de vista dicha ley es un producto monocultural, monopólico, destinado a adoctrinar al niño boliviano. Todo lo foráneo aparece hoy en Bolivia como occidental. Curiosamente todas las propuestas curriculares hasta ahora presentadas se basan en modelos occidentales.

viernes, 28 de octubre de 2011

Racionalidad y descolonialidad

La racionalidad no es un privilegio moderno ni occidental, los teóricos de la descolonialidad ¿qué idea de razón tienen?
Nietzsche ya se opuso a la racionalidad moderna. Como señala Mignolo, los postmodernos se oponen a la idea de “totalidad”. Y como todos sabemos, los acólitos de la descolonialidad leyeron todas estas fuentes y sus pupilos se iniciaron en el misterio de la descolonialidad o “de-linking”, con la filosofía occidental.

Cuando uno lee a estos autores autodenominados de la “descolonialidad” como en cualquier grupo de discusión “racional”, no se pueden esgrimir argumentos en contra pues lo que señalan son un grupo de obviedades que han agrupado de un determinado modo (la idea de totalidad, en un sentido occidental, la forma de “irrealidad”, si vale el término, del discurso “modernizador”, etc.) y mesianismos (como el situarse como superación del discurso post-moderno y post-colonial, de lo analítico y lo programático,)

En estas teorías el paradigma esencial de lo occidental es la lógica capitalista.

Es un error suponer que una lógica distinta opera en los sujetos de cada cultura. La manera de ver las cosas y de enfocar los problemas puede ser distinta pero no la lógica. Si fueran distintas las estructuras de nuestro raciocinio nunca se podrían intercambiar ideas, no habría el universal “humanidad”. Cuando se habla de lógicas distintas en realidad se hace referencia a los distintos modos de codificar y decodificar la razón. En ese sentido hay que distinguir la racionalidad lógica de las racionalidades culturales.

Los recientes acontecimientos demuestran que estas teorías lejos de “des-” o “de-”, cualquier cosa que quieran con las racionalidades alternativas, están despertando maravillosamente pero dogmáticamente la imaginación de los feligreses no tan doctos en estos saberes, quienes emplean la idea ignorada, asociada a una que otra idea antropológica o arqueológica, para adaptar mitos pasados a conveniencias presentes de modo muy instrumental. Es decir, un modo de proceder, según sus propios cánones si es que fueran autocríticos, muy occidental.

sábado, 15 de octubre de 2011

Sartre, los intelectuales y los jefes

Pensaba estos días en qué es un intelectual. Evidentemente con intelectual no me refiero a esa definición filosófica que versa sobre las actividades del pensamiento, cognoscitivas o espirituales. Pensaba más bien en ese protagonista social cultivado en el siglo XX: el intelectual de izquierda. Por el contrario no podría considerar intelectual a alguien que emplea su inteligencia sabiendo, o al menos considerando, que otros humanos sufrirán consecuencias dolorosas o que, no sabiendo, la emplea por estúpidos juegos que terminan con el mismo resultado negativo; como en la moneda falsa de Baudelaire.

Paralelamente, un suceso fortuito con un troglodita me hizo considerar ciertas cosas sobre el tema, al poder perfilar mejor ese prototipo de bestia mediana que produce el sistema capitalista. El susodicho del suceso, que es un peso mosca de ese sistema, en un ataque de histeria, tuvo encontronazos con medio mundo en una ridícula actitud de “no saben quién soy yo” en el lugar donde trabajo, por una cuestión, créanme, absolutamente menor. Esa actitud trasuntaba la que debió haber visto, sufrido y admirado de y en sus propios patrones. El mismo espíritu alienado del esclavo, que teniendo la ocasión de ser libre, no piensa en liberar a los suyos sino en aprovechar cualquier ocasión para ser amo. Un espectro me invadió, y me vi impulsado a recordar “La infancia de un jefe” de Sartre. La actitud ridículamente autoritaria del troglodita de traje y corbata quizá fue también engendrada por quién sabe qué sucesos de una tremenda infancia.

Veo esa bestia mediana como el reverso del intelectual de Sartre. Jean Paul Sartre, en una entrevista para Radio-Canadá, decía: “Un intelectual aparece en el momento en que el ejercicio de este oficio hace surgir una contradicción entre las leyes de ese trabajo y las leyes de la estructura capitalista. Digamos que cuando el científico que necesariamente tiene una relación con lo universal, ya que lo que busca son las leyes, al darse cuenta que esa universalidad ya no existe en el mundo, ya que no encontramos más conceptos universales sino que, al contrario, encontramos clases opuestas que no tienen el mismo estatus ni la misma naturaleza, que el humanismo burgués que se pretende universal es en realidad un humanismo de clase, en ese momento, si encuentra esa contradicción el científico, la encuentra en sí mismo. A pesar de los conceptos burgueses que él mismo tiene por haber sido instruido y educado por los burgueses, al mismo tiempo él siente que su propio trabajo lo conduce a esa idea de universalidad que es contraria a la de los burgueses y en consecuencia, a la naturaleza de su propia constitución. Es entonces que se convierte en un intelectual.”

La bestia mediana y el intelectual son generalmente producto de la misma educación, media o alta, propia de la clase burguesa. Los dos crecen alienados por su formación. Uno “construye”, bajo la terminología capitalista, “sostiene” el sistema, un orden que a su vez produce otros como él mismo. Sujetos que, teniendo una comodidad económica relativa terminan siendo “unos pobres diablos que al creerse ricos se creen de derecha” como diría Augusto Céspedes. El otro “destruye”, es decir, critica el sistema y hace algo para resolver la contradicción que inicialmente encuentra en sí mismo y que se convierte en una lucha que tiene por fin la universalidad. El intelectual de izquierda es un subversor del orden social establecido, del orden alienante.

martes, 27 de septiembre de 2011

¿Pertenecen a la izquierda? La indignación sobre Evo Morales y el MAS

1. Dados los últimos acontecimientos con relación a los indígenas del TIPNIS el gobierno ha despertado una indignación generalizada por el manejo del Estado . Pero muchos grupos, incluida la oposición de “derecha”, ya han lanzado un juicio: “Así se comporta la izquierda”. Como si “la” izquierda en sentido unitario existiese. Como si Evo Morales y el MAS (Movimiento Al Socialismo) fueran de izquierda.

2. La izquierda política es una posición caracterizada por el universalismo, pero dentro de una esquema racionalista, dentro de un sistema político. Obviamente excluye la búsqueda de fines particularistas e irracionales. Ahora bien, que un grupo se autodenomine de izquierda no quiere decir nada más que éste se considera de izquierda, que quiere mostrarse tácticamente como tal, o simplemente que la práctica ha desmontado su ideología y que ha dejado de serlo. La subjetividad no puede aportar más que una referencia. Si el agente político es de izquierda, son sus actos y fines lo que le denuncian como tal. Así, son únicamente los hechos los que pueden afirmar o negar esa condición. Por ejemplo, que terroristas o políticos musulmanes digan ser de izquierda, no los hace ser de izquierda pues el racionalismo de la izquierda es incongruente con un sistema religioso o metafísico, es decir no racionalista, que emplean la política como medio y cuyo fin es erigir una particularidad de individuos o grupos sin apelar al consenso o en clara oposición a la libre opinión.

3. El MAS se pensó como “la” izquierda boliviana, una izquierda excluyente del resto de las izquierdas pues señalan a los que se le oponen como grupos de derecha. Es evidente que muchos partidarios del MAS tienen un “sentimiento” de hombres y mujeres de izquierda, pero lastimosamente la subjetividad, como sugerimos, no tiene nada que ver en este asunto. Lo sintomático es, al contrario, que al perder figuras que persiguen con medios racionales los fines sociales, han abandonado en tropel sus filas. Como Alejandro Almaráz, ex-Viceministro de tierras y reconocido defensor de la causa indígena que, en este momento se encuentra movilizado y asumiendo una posición, éticamente consecuente, de defensa de la causa indígena pero esta vez contra el gobierno de Evo Morales. Seguramente ahora el señor Almaraz es de derecha bajo la lógica del partido gobernante.

4. Resulta claro que si bien no se puede negar que en un momento, al finalizar la Guerra del Gas, Evo Morales y el MAS, ocuparon con mayor nitidez una posición en la izquierda prestigiada por muchos de sus miembros (recordemos a Andrés Soliz Rada), tampoco puede olvidarse que nunca tuvieron fines generales o universales lo suficientemente independientes de lo que los grupos particularistas demandaran (llámense cocaleros, gremios, sindicatos, colonizadores, cooperativistas, comunarios, etc.). Era una izquierda indefinida. Se jugó durante mucho tiempo a encaramar un borroso plan de universalización y hegemonía de un particularismo “heroico”, pero ciego, que se frustró, pues nunca terminó de articular un discurso reconocido como capaz de dirigir las acciones revolucionarias necesarias.

5. Después de los últimos tropiezos con el asunto de los indígenas del Parque Isiboro Sécure la posición pasó de la pelea con el pueblo a la pelea contra el pueblo. Si el MAS esgrimió una izquierda un día, aunque sea indeterminada, de ser indeterminada pasó a no ser nada.

jueves, 15 de septiembre de 2011

¿Aprenden los estudiantes a ser críticos?

Los docentes suelen repetir constantemente que desean hacer de sus estudiantes sujetos "críticos" y a partir de eso que puedan éstos evaluar la realidad en tiempos complejos como los que vivimos, a saber: tiempos con ausencia de valores, disminición de la fe, ciencia sin ética, etc., etc.

Sin embargo, si bien el fin es correcto los medios no. Los profesores suelen no ser ellos mismos críticos, pues en la mayorpia de los casos los valores que siguen no son pensados sino asumidos por tradición, su fe es producto del adoctrinamiento y la tradición, y no pueden demostrar usulamente lo que enseñan. ¿Cómo enseñar lo que no se sabe ni se vive?.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Indisciplina social e imperio de la ley

La actual situación social boliviana llena de conflictos y vicisitudes no responde a una simple cuestión casual sino a un problema relacionado a los hábitos, las costumbres y el abuso de la jurisprudencia.

El imperio de la ley es lo que caracteriza a una iuris societas, es decir una sociedad en la que las subjetividades se encuentran por debajo de las reglas de juego, una sociedad donde la igualdad procede del marco normativo. Tanto en la antigüedad como en los estado "modernos", la constitución establece ese marco normativo. Pero como sabía Aristóteles, una constitución, la ley de leyes, no se puede cambiar así por así, pues la obediencia a la ley procede del hábito y la costumbre. Esta vieja lógica la reafirmaron en varias ocasiones autores como Giovani Sartori, Norberto Bobbio, etc.

Hace no muchos años se pretendió hacer una refundación de la República de Bolivia a partir de la creación de una nueva constitución política. Así la ex república es ahora el Estado Plurinacional. Pero, siguiendo la lógica del razonamiento aristotélico, habría que preguntarse ¿podrá servir este nuevo marco normativo, a la implantación de un imperio de la ley?, cuestión que está vinculada a ¿cuántos y quiénes se sientes identificados con esta nueva entidad? y ¿cuántos y quiénes conocen y respetan las nuevas reglas de juego?

Hace poco el problema del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS)con relación a la carretera entre San Ignacio de Moxos y Villa Tunari, reveló que la necesidad, desde el punto de vista del gobierno, choca a veces con la legalidad. Se reveló una especie de entrampamiento pues fue el gobierno de Evo Morales el que promovió y prácticamente redactó la Nueva Constitución Política del Estado que, como parte de las políticas de defensa de los derechos indígenas, señala en el Art. 30, inciso 15, que los pueblos indígena originario campesinos tienen derecho "A ser consultados mediante procedimientos apropiados, y en particular a través de sus instituciones, cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas suceptibles de afectarles. En este marco se respetará y garantizará el derecho a la consulta previa obligatoria, realizada por el estado, de buena fe y concertada, respecto de la explotación de los recursos naturales no renovables en el territorio que habitan". Entrampamiento pues ahora los intereses del gobierno y se supone que del Estado chocan con los derechos de los pueblos indígenas. Si el actual gobierno no respeta el mandato constitucional vinculante ¿qué garantiza que otros gobiernos salgan con los mismos argumentos e ignoren la ley?

La práctica de la normativa legal es la que se refiere a los hábitos y costumbres, pero también a la jurisprudencia. Es así que si el gobierno no cumple con el mandato legal sienta precedente de relativización o no acatamiento. Y si esto es así cuando cree conveniente, puede parecer que cualquier ciudadano puede hacer lo mismo.

¿Cómo recuperar el Estado de Derecho?

jueves, 1 de septiembre de 2011

Para pensar la rebeldía juvenil

Estos días estoy un poco más holgado de tiempo y tengo para pensar en las circunstancias que rodean el quehacer formativo en mi papel como educador de jóvenes. Y pensaba hace un momento en la rebeldía. Ciertamente hay quienes dicen que la rebeldía juvenil es positiva pues saca del quietismo la anquilosada maquinaria social. Puede que sea cierto pero no está bien meter a todo mundo a la bolsa, vale decir, a todos los rebeldes.

La rebeldía de los últimos siglos (desde la Revolución Francesa) se ha enmarcado casi exclusivamente en los diferetes movimientos de izquierda. En las diferentes "generaciones de izquierda" si seguimos la clasificación de Gustavo Bueno. ¿Serán los jóvenes rebeldes de ahora la promesa de la futura izquierda?

No creo. Afirmar eso sería, precisamente, meter a todos los rebeldes en una misma bolsa.

Dos relaciones que nos ayudan a clasificar a los jóvenes rebeldes son la oposición racionalidad-irracionalidad, particularismo-universalismo. Si polarizamos en dos grupos contrapuestos, que evidentemente no son los únicos, hay rebeldes que luchan contra las contradicciones del sistema porque buscan la verdad en términos clásicos de necesidad y universalidad, y rebeldes irracionales que luchan contra el mismo sistema por una necesidad particular de no ajustarse a ninguna disciplina.

Los racionalistas universalistas son pocos. Pero ya sería interesante que hubiesen muchos racionalistas aunque no universalistas, pues esta condición es lógicamente posterior al racionalismo, y siempre es reconducible. Es decir que se llega al socialismo después de una búsqueda racional. Son más sin embargo los rebeldes particularistas y los irracionalistas que desde ya generalmente unen en sus personas estas dos cualidades.

En este punto entiendo lo que quería decir Adorno cuando señalaba respecto de la tradición que "es preciso tenerla dentro de uno mismo para poder odiarla" (Minima Moralia, 32). Así, para oponerse al "sistema" es preciso haber vivido su rigor. ¿Cómo un jóven barbaro que no conoce la disciplina puede odiarla si nunca ha gozado de sus beneficios y por lo tanto no ha podido hallar sus contradicciones?

Ese jóven barbaro irracional, en un momento de su vida adulta gozará de las ventajas de la tradición y si ha tenido un paso por las corrientes anticonservadoras éste será breve. Es decir que el rebelde, antaño irracional será el conservador racional que el sistema hegemónico pide.

¿Vale la pena seguir pensando la rebeldía como un monolito?, es decir, ¿una sola cosa?